domingo, 5 de septiembre de 2010

"Los cínicos no sirven para este oficio"



Ryszard Kapuscinski nació en Pinsk, Bielorrusia (aunque en ese entonces era parte de Polonia) el 4 de marzo de 1932. Fue un poeta, fotógrafo, historiador y ensayista, pero por sobre todas las cosas fue un periodista. Y qué periodista.
Su infancia marcó su posterior trabajo, puesto que vivió en carne propia las atrocidades de los nazis durante la segunda guerra mundial. La violencia suscitada durante este terrible período hizo que se interesara en la guerra y el poder, temas que, junto a las historias de la vida cotidiana se convirtieron en el hilo conductor de su exitosísima carrera.

Estudió historia y arte en la Universidad de Varsovia, pero decidió dedicarse al periodismo. Fue corresponsal de la agencia Polish Press en África, Asia y América Latina (1959-81). En su dilatada carrera presenció 27 revoluciones, vivió 12 frentes de guerra y fue condenado cuatro veces a ser fusilado. Harto de la censura polaca, a partir de la década de los 80 empezó a colaborar con periódicos y revistas internacionales como The New York Times, Frankfurter Allgemeine Zeitung, Gazeta Wyborcza, Le Monde y El País y semanarios como Time. Impartió la docencia como profesor visitante en las Universidad de Caracas (1978) y en la Temple University de Filadelfia (1988), y ha participado en cursos de las universidades de Harvard, Londres, Canberra, Bonn y British Columbia de Vancouver. Se le concedieron sendos doctorados honoris causa por las universidades de Silesia (1997), Jagellónica de Cracovia (2004), Ramón Llull de Barcelona (2005), y obtuvo, entre otros, los premios Alfred Jurzykowski (Nueva York, 1994), Hansischer Goethe (Hamburgo, 1998), Imegna (Italia, 2000), Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (España, 2003). Actualmente se le considera uno de los mejores periodistas del siglo XX. Murió de cáncer el 23 de enero de 2007 en Varsovia.

Para Kapuscinski la vida debía narrarse con ...la convicción de que para tener derecho a explicar se tiene que tener un conocimientos directo, físico, emotivo, olfativo, sin filtros ni escudos protectores, sobre aquello de lo que se habla. (...) Es erróneo escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un poco de su vida, lo cual forjó un estilo que usaba la historia intersubjetiva mezclada con el uso de la ironía como arma implacable contra las reducciones ideológicas de la siempre compleja realidad. Elaboró un periodismo muy comprometido, lo cual lo llevó a visitar prácticamente todo el mundo y así poder contar las historias desde el lugar de los hechos y en el preciso instante en que se materializaron.

Este gran periodista vivirá para siempre no sólo en sus numerosos libros, sino como ejemplo de veracidad y transparencia en el oficio que lo hizo grande.

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